El árbol de vidas I
« La vida en su esencia es una y única, pero al manifestarse temporal y espacialmente: nacimientos y muertes, cambios de estado (mineral, vegetal, animal y humana), es percibida en múltiples formas »
El
"Arbol de las Vidas"- "Etz Jaím"
abarca todos los planos en los cuales la vida se manifiesta. De allí la denominación
Arbol de las Vidas , ya que el vocablo vida en hebreo es un plural sin singular.
La vida es el conjunto de toda la realidad aun trascendiendo los límites del
tiempo y el espacio.
Cuando la Torá se refiere a la vida, ello incluye los planos físico- sensoriales,
emocionales y mentales (manifestación temporal y espacial) integrados a los
planos espirituales.
La vida en su esencia es una y única, pero al manifestarse temporal y espacialmente
: nacimientos y muertes, cambios de estado (mineral, vegetal, animal y humana),
es percibida en múltiples formas.
El vocablo lev (del hebreo: corazón) está conformado por las letras
hebreas cuyo valor numérico
es 32 ( =30 y
=2). 32 veces es mencionado el nombre Elokím (*) en
el capítulo I del Génesis/Bereshít indicándonos los 32 caminos generales
a través de los cuales la Voluntad Superior establece los límites temporales
y espaciales de manifestación. El corazón/lev es el
instrumento / klí
que puede percibir dichos límites, es decir las Leyes Superiores.
El capítulo 2:10 de Pirkei Avót nos transmite que un buen corazón es
lo que el hombre debe buscar permanentemente, ya que un buen corazón es el recipiente
de todas las cualidades.
El Arbol de las Vidas se conoce también como los 32 senderos
de la Sabiduría compuestos por las 22 letras del alfabeto hebreo más las 10
sefirót.
Las letras son la energía básica, los elementos primordiales
con los cuales conformamos nuestros pensamientos y articulamos el lenguaje.
Las diez sefirót son las envolturas que cubren la plenitud de la Luz
que se expande desde la Esencia del Creador
(Atzmutó) con el objeto de que recibamos Su Luz. Cada sefirá
manifiesta un grado general, un atributo de la Luz Infinita. Esto es similar
a la luz del sol que es imposible mirar sin los lentes apropiados. Ante el esplendor
del sol la luz de una vela se hace imperceptible, pero cuando el sol se oculta
y anochece, la luz de la vela se hace visible. De la misma forma cada sefirá
nos revela diferentes grados de la Luz Infinita y, grado a grado, sefirá
tras sefirá, el hombre se acerca a la plenitud de
la Luz Infinita. Es decir, sin las sefirót nos sería imposible recibir
la plenitud de Su Luz, ya que no tendríamos existencia ni conciencia
sino que sería todo Infinito, sin posibilidad de toma de conciencia por parte
del deseo de la Neshamá.
(*)Elokím:
uno de los 10 nombres generales mencionados en la Torá relacionado con la sefirá
Guevurá / superación, y con todos los procesos de limitación y manifestación.
continua
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